Jun 30, 2020 Bienestar
Atender a una persona dependiente es, a menudo, un proceso muy limitante. Ser cuidador conlleva un afrontamiento continuado del estrés causado por un posible cansancio físico y psicológico. Además, se suele pasar por momentos difíciles de incomprensión, soledad o falta de apoyo por parte de los demás.
No obstante, en el otro polo, se encuentra la satisfacción de cuidar a una persona que se quiere y que necesita ayuda. Por eso, es común experimentar una ambivalencia de sentimientos que incluyen, muchas veces, la culpa o la frustración.
Ser capaz de prestarse atención a uno mismo es requisito previo para tener la capacidad de prestar atención a los demás; sentirse a gusto con uno mismo es la condición necesaria para relacionarse con otros.
-Erich Fromm-
Claves para ser cuidador
Pedir ayuda
A menudo, el cuidador tiende a creer que la tarea es responsabilidad suya y no quiere implicar a nadie más. De hecho, incluso puede pensar que pedir refuerzos sería molesto e irresponsable para con otras personas. Es importante saber que el ser humano no es imbatible y tiene derecho a solicitar ayuda cuando lo necesite.
No es conveniente que el cuidado de una persona dependiente recaiga en un solo individuo, por el desgaste diario psicológico y físico que conlleva. Por eso, es recomendable establecer acuerdos con otros familiares para turnarse o tomar decisiones compartidas. Si no se pide ayuda, lo más probable es que no se reciba.
Informarse sobre la enfermedad
Conocer la evolución, el pronóstico o el curso de la enfermedad de la persona a la que se cuida contribuirá a una mejor adaptación para futuros cambios. Hay que preguntar al profesional de confianza para estar al tanto de lo relacionado con el padecimiento y así poder desarrollar la labor de forma adecuada.
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Compartir
Es fundamental compartir las preocupaciones con los demás miembros de la familia. Esto puede ayudar a no tomar una decisión precipitada, además de que contribuirá a que el cuidador se sienta más acompañado y entendido. Así, se pueden intercambiar preocupaciones, dificultades, dudas…
Dormir y descansar
El cuidador suele sufrir repercusiones en su salud y calidad de vida. El horario de sueño puede verse alterado, ya que se tiene que adaptar a las necesidades de una persona enferma, que, muchas veces, cursan con despertares durante la noche. Esta falta de sueño puede provocar una serie de problemas a largo plazo, como irritabilidad, falta de atención o cansancio.
Por ello, es necesario, en la medida de lo posible, realizar siestas cortas durante el día. Es recomendable hacerlo cuando el enfermo descanse, para así evitar contratiempos.
Organizar el tiempo
A menudo el cuidador tiene la sensación de que al día le faltan horas, ya que tiene que compaginar y realizar multitud de actividades. Por lo tanto, una buena planificación del tiempo y de las tareas será de gran ayuda. Para ello, puede hacerse uso de una agenda, realizar listas priorizando aquello más necesario, etc.
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Intentar hacer ejercicio físico
Realizar ejercicio físico ayuda a minimizar las tensiones diarias y a encontrarse con más fuerzas. Dar un paseo puede beneficiar tanto al cuidador como a la persona enferma, si esta puede permitírselo.
Mantener la mente activa y buscar un espacio
Al estar al cuidado de una persona, el cuidador puede olvidarse de las aficiones y actividades que le gratifican. Por ello, es muy importante planificar el día, de forma que el cuidador pueda tener su propio espacio y compaginarlo con el cuidado del enfermo.
No siempre es fácil encontrar a alguien para que sustituya al cuidador por unas horas, pero puede pedirse ayuda a la familia o amigos para que lo hagan durante un rato. Si no fuera posible, podría recurrirse a instituciones, asociaciones y centros de recursos sociales.
Aprender a relajarse
Los ejercicios de relajación son un buen método para ayudar al cuidador a conseguir un equilibrio psicológico y físico, ya que eliminan la sensación de estrés o tensión. Otras técnicas útiles también pueden ser la meditación o el yoga.
Tener una buena comunicación con la persona enferma
Dar al enfermo la oportunidad de iniciar una conversación, respetar sus silencios, saber escuchar y evitar dar consejos son algunas de las herramientas de comunicación que el cuidador puede utilizar para tener una buena relación con el enfermo.
Para concluir
El rol de cuidador puede ser extenuante, por lo que es necesario pedir ayuda externa cuando se considere. Al igual que la persona dependiente, la gente que lo cuida también tiene derecho a gozar de una buena calidad de vida.
Con coordinación, respeto y comprensión, todos los implicados en el cuidado podrán adaptarse a la situación y evitar problemas derivados, como la ansiedad o la depresión.
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