Los efectos de fumar en el organismo

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Jun 30, 2020   Salud

Muchas veces, repetimos una y otra vez el famoso «fumar produce cáncer de pulmón» cuando vemos a un amigo con un cigarrillo en la mano o cuando tomamos uno nosotros mismos, pero por alguna razón, repetimos la frase, sin esta realmente conscientes de su mensaje. Pareciera que no recordamos lo nocivo que resulta este mal hábito y que, no solo debemos tener en cuenta el cáncer. Fumar tiene muchas otras consecuencias para el organismo.

El Manual MSD indica «el tabaquismo es un serio problema de la salud individual y pública. La dependencia se desarrolla rápidamente. Las consecuencias graves incluyen la muerte prematura y la morbilidad causada por arteropatía coronaria, cáncer de pulmón, EPOC y otros trastornos».

Consecuencias de fumar para el organismo

Lo cierto es que el consumo de tabaco altera el organismo de la cabeza a los pies. A continuación, veremos esto punto por punto.

En el cerebro

Fumar causa una de las adicciones más fuertes que existen; esto es porque cambia el cerebro. Se crean cada vez más receptores de nicotina, con lo que esta sustancia se necesita cada vez más y más. Así, cuando falta, aparece el síndrome de abstinencia, con ansiedad, irritabilidad y fuerte necesidad de fumar.

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En cabeza y el rostro

El tabaco genera falta de riego en la cóclea (el principal órgano auditivo), con lo que la audición disminuye. Además, aumenta el riesgo de ceguera por catarata y degeneración macular. Genera asimismo mala visión nocturna, por impedir la producción de una sustancia necesaria para ello.

El consumo de tabaco también promueve problemas en la cavidad oral, enfermedades de la boca, como llagas y úlceras. En este sentido, aparecen problemas de dentales (caries, pérdida de dentición). La piel se seca y pierde elasticidad, y aparecen arrugas y estrías. El tono se torna apagado y grisáceo, tomando en definitiva aspecto de mayor edad.

En el sistema circulatorio

Aumenta, para empezar, la presión sanguínea. Así, el corazón se ve obligado a bombear la sangre con más fuerza, con lo que se acaba debilitando. Produce también vasoconstricción, con lo que los nutrientes, minerales y oxígeno llegan menos a las células.

La sangre se torna espesa y viscosa, dificultando aún más su movilización por parte del corazón. Por esto también adquiere tendencia a formar coágulos y daña la capa más interna de los vasos sanguíneos. Por último, aumenta la cantidad de colesterol y grasa no saludable que circula en la sangre, acumulándose en los vasos.

En conjunto, los factores anteriores producen un aumento del riesgo de infartos, accidentes cerebrovasculares y trombosis.

Mujer agarrándose el corazón representando síntomas de un infarto

En el sistema respiratorio

De manera inmediata, el monóxido de carbono contenido en los cigarrillos disminuye la llegada de oxígeno a los tejidos. A largo plazo da lugar a efectos sistémicos.

Las vías aéreas y el tejido pulmonar se inflaman, generando sensación de falta de aire y sibilancias (pitidos al respirar). Se produce también tejido cicatricial, lo que dificulta la respiración. Asimismo, se destruyen los alvéolos (el final de la vía aérea, donde se absorbe el oxígeno), afección conocida como enfisema, y se genera dificultad respiratoria intensa.

Los cilios de las vías respiratorias (que en condiciones normales eliminan moco y residuos) se paralizan y destruyen. Esto aumenta la predisposición a padecer infecciones respiratorias. Se produce también por esto tos crónica con expectoración mucosa.

En el ADN

El ADN se encuentra en todas las células y podría decirse que contiene las instrucciones para el crecimiento y el funcionamiento celular. Cada calada al cigarrillo daña el ADN, con lo que la información que contiene se convierte en errónea. Así, la célula crece descontroladamente, formando un tumor.

En condiciones normales, aunque se comience a formar un tumor, el sistema de reparación lo evita. Sin embargo, el tabaco también lo daña. Por esto, aumenta en gran medida el riesgo de cualquier tipo de cáncer.

En la actividad hormonal

Fumar aumenta el riesgo de diabetes mellitus tipo II, dado que dificulta el control en los niveles de insulina. Disminuye asimismo los niveles de estrógenos, con lo que se desencadena una serie de eventos:

  • Problemas de memoria.
  • Sequedad de piel, disminución de la densidad del cabello.
  • Menopausia precoz y más dificultad para queda embarazada.

En el aparato reproductor masculino

El consumo de tabaco también perjudica los vasos sanguíneos, por eso produce disfunción eréctil. Además, se ve dañado el material genético de los espermatozoides, dando lugar a infertilidad. Este último hecho aumenta también el riesgo de tener hijos con defectos genéticos.

En la sangre y el sistema inmune

Fumar produce dificultad para la cicatrización. Esto es porque, para llevar la cicatrización a cabo, los tejidos necesitan ciertas sustancias, y éstas llegan a las células más difícilmente. El sistema inmunitario se debilita, lo que conlleva más riesgo de infecciones, cáncer y enfermedades autoinmunes.

En el aparato locomotor

La llegada de oxígeno a los músculos, como ya hemos comentado, es deficiente. Esto genera debilidad y fatiga. Además, el organismo es menos capaz de formar tejido óseo nuevo y degrada el tejido óseo existente más rápidamente. Así, el tejido óseo es menos denso dando lugar a un mayor riesgo de fracturas y peor sanación de las mismas.

Conclusión

El tabaquismo no solo implica el riesgo de padecer cáncer de pulmón, sino también múltiples problemas en distintos órganos y sistemas. Por lo tanto, lo mejor es evitar (o eliminar, según sea el caso) el consumo de tabaco.

Consulta con tu médico si quieres dejar de fumar y tienes inquietudes respecto a cómo llevar a cabo el proceso.