Jun 30, 2020 Bienestar
El perfeccionismo es el causante de muchas depresiones y estrés en un gran número de personas. La razón de esto es que buscar la perfección es como querer encontrar el final del arcoíris. La perfección es una ilusión que muchos anhelan, pues piensan, erróneamente, que eso los hará felices. Sin embargo, no pueden existir dos puntos más opuestos.
La felicidad es el estado mental en el que aceptas tanto a los otros como a ti mismo tal y como son. Por el contrario, el perfeccionismo es la constante busca de mejorar y una eterna disconformidad con lo que nos rodea.
¿Crees que el perfeccionismo no arruina tu vida? Aquí te diremos cómo lo hace.
1. Te concentras solo en el resultado deseado
Cuando una persona está inmersa en lograr el perfeccionismo en todos los aspecto de su vida, vive en un sueño de cómo debería ser todo. No se da cuenta de si ese sueño u objetivo es posible o no.
Un ejemplo muy común es el de las personas que pasan el día en el gimnasio trabajando para tener el cuerpo de sus sueños. Entrenan porque creen que así serán más felices cuando lleguen a su meta, pero en el proceso se sienten infelices porque realmente no hacen algo que disfruten.
Algo muy distinto ocurre cuando haces las cosas que amas. Abre los ojos, admírate y respétate. Si hacer deporte es algo que amas, será genial que lo sigas haciendo. Si solo trabajas para alcanzar ese estándar, analiza si estás exagerando. De ser así, encuentra una alternativa sana para llegar a esa meta mientras te diviertes.
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2. Confundes calidad con perfeccionismo
Parecen similares pero la verdad es que no lo son. Es normal estar confundidos, ya que toda nuestra vida nos han educado para buscar la perfección en todos los ámbitos. Si en lugar de ello nos hubiesen educado para ver las cosas por su calidad, esfuerzo y desempeño, nos sería más fácil ser felices.
Si te enfocas en la perfección de algo nunca te encontrarás conforme. Siempre verás algo que esté mal: esa minúscula migaja en el suelo, el hilo que se nota en la ropa de tus hijos o ese kilo que tienes de más… Todo te parece que está mal.
Sin embargo, cuando ves la calidad, puedes apreciar el esfuerzo y desempeño. Te sentirás bien por el buen trabajo realizado o por el resultado obtenido. Cuando pienses más en calidad no verás a tus hijos con una mancha en la ropa, sino sus rostros felices por una tarde de juego. Busca la calidad y no la perfección.
3. No logras empezar nada
El perfeccionismo es el origen del “algún día” y “cuando tenga esto”. El problema es que ese momento perfecto no existe y es muy posible que ese día que tanto esperas tampoco llegue a existir.
Si vives en el reino de la perfección debes salir corriendo de ahí para poder lograr tus objetivos. Date cuenta de que cada día es perfecto para iniciar ese proyecto al que le has dado vueltas desde hace años. Únete al mundo de los imperfectos, que es donde se logran las grandes maravillas que te harán llorar, reír y vivir.
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4. No te permites nada
El intentar que todo sea perfecto evita que te atrevas a hacer muchas cosas porque te la pasas viendo errores, queriendo medir y controlar todo. El problema es que, cuando el perfeccionismo te dice que aún no estás lista, solo te estás negando a las posibilidades disponibles.
Te recomendamos que te arriesgues. ¿Amas a una persona? Déjaselo saber. ¿Quieres un cambio de empleo? Da los pasos para encontrar una nueva opción. Solo tú sabes lo que quieres, es momento de que te permitas probar e intentar.
5. El perfeccionismo arruina tu entorno
El perfeccionismo es la razón de que muchas personas se encuentren solas. Antes de que lo niegues, pregúntate: ¿te gustaría estar rodeado de personas que pasen el tiempo criticándote o haciéndote sentir mal?
Quienes han dejado que el perfeccionismo se instale en sus vidas suelen ser personas tóxicas para quienes les rodean. Nunca ven las virtudes ni aportan muchas cosas positivas.
De ellos escucharás frases como:
- Está rico pero le falta sazón a tu comida.
- Está bien tu trabajo pero podría ser mejor.
- Tus resultados son positivos pero debes trabajar más.
El querer todo perfecto te limita el tiempo de calidad con tu familia y amigos. Acéptalos como son y acepta quien eres. Lo irónico es que, cuando empiezas a aceptar a los demás y tus circunstancias, tu vida comienza a ser mejor.
Sé feliz con lo que tienes y con lo que eres. Si hay cosas que te incomodan o que deseas mejorar, hazlo, pero sin obligarte a alcanzar el punto perfecto. Lo más importante es que no hagas las cosas que te lastiman o que lastimen a los demás. Recuerda que parte de lo que nos hace únicos son las imperfecciones.
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