Jun 30, 2020 Bienestar
La fe es una dimensión psicológica que trasciende nuestros sentimientos. No estamos hablando de religión o espiritualidad, sino de esa fuerza interior que nos aporta esperanza, valía, confianza y coraje.
En realidad, pocos aspectos emocionales pueden llegar a ser tan intensos como aquel que nos ayuda a creer en nosotros mismos y sobre todo, en esa capacidad para superar adversidades y a hacer que nuestros sueños sean posibles.
No importa cual sea tu religión, no importa si eres más bien espiritual; lo realmente esencial es que cualquiera que sea nuestra convicción personal nos ayude a creer en lo que valemos, en todo lo que merecemos.
La fe es la capacidad que tiene el ser humano de hacer frente al miedo. Te invitamos a reflexionar sobre ello en nuestro espacio.
La fe es la luz que encendemos en nuestro corazón cuando todo está oscuro
Hay épocas en que las dificultades parecen encadenarse unas a otras. Lejos de atribuir la fatalidad o los momentos difíciles a factores externos, es necesario ver las cosas con objetividad y, en la medida de lo posible, asumir el control.
Las dificultades y los momentos dolorosos no duran eternamente. La vida cambia, fluye y nos embiste en su rumor incansable; por ello, es necesario «encender» una luz en nuestro corazón y confiar en que las cosas van a mejorar y que nosotros vamos a poder ello.
A esto lo llamamos fe, y es esa virtud casi inexplicable que nos hace creer en cosas que no se ven, pero que se sienten.
- Sabes que, a pesar de tanto sufrimiento, lágrimas y decepciones, tienes en tu interior una fortaleza con la cual serías capaz de dar hasta tu último aliento por los tuyos.
- Tienes fe en que no te doblegarás, en que a lo largo de tu vida has experimentado instantes complejos de los que has podido aprender.
- Eres una persona resiliente y ello es un vínculo poderoso para fortalecer la confianza en ti mismo.
La fe no hace que las cosas sean más fáciles
Hay quien suplica, quien pide que las cosas sean más fáciles, que no le cueste tanto lograr sus proyectos, llegar a final de mes, tener una buena relación con la familia…
- Ahora bien, si lo pensamos durante un instante, nos daremos cuenta que nadie da nada a cambio de nada, que vivir es luchar cada día y que para encontrar buenos resultados, se necesita de grandes esfuerzos.
- La fe nunca hará que las cosas nos caigan del cielo, pero si albergamos una confianza plena en nosotros mismos, lograremos ese aliento indispensable para que la batalla se lleve a cabo con más optimismo.
Alimenta tu fe para que tus miedos se mueran de hambre
Analicemos durante un momento qué son los miedos:
- Los miedos son emociones instintivas que nos ponen en alerta ante ciertos riesgos para que escapemos.
- En ocasiones, las personas desarrollamos miedos que no son objetivos, y que limitan nuestro crecimiento personal. Hablamos de actitudes limitantes, de inseguridades, de temores injustificados.
- Tampoco podemos dejar de lado que muchos de nuestros miedos han sido inculcados en nuestra infancia, y de mano de nuestra familia.
- Es necesario que conozcamos cuáles son nuestros miedos, desenmascararlos, racionalizarlos y hacerlos desaparecer mediante la fe, mediante esa necesaria confianza en nosotros mismos.
Utiliza tu fe para vencer cualquier dificultad
Las dificultades deben afrontarse con recursos y estrategias propias. Quien se acostumbra a delegar en los demás pierde poco a poco el control de su propia vida.
- En primer lugar, debemos desarrollar una adecuada confianza en nosotros mismos, ahí donde la fe en nuestras capacidades, fortaleza y recursos psicológicos debe ser lo bastante fuerte como para resolver dichos problemas.
- Sabemos que existen dificultades más complejas que otras, y que no siempre vamos a poder con ellas en soledad.
El apoyo de los nuestros es indispensable; no obstante, siempre será más adecuado no responsabilizar a nadie de todo aquello que podamos resolver o afrontar nosotros mismos.
Para concluir, a pesar de que, en ocasiones, relacionemos la palabra «fe» con el ámbito religioso o espiritual, hemos de entenderla también como un constructo psicológico de gran poder.
Gracias a ella, desarrollamos una mayor fortaleza interior y una confianza respecto a nuestras capacidades y posibilidades para luchar por nuestros sueños.
Porque el que tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él.
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En los recién nacidos, la tortícolis puede ocurrir debido a la postura que adoptaban dentro del vientre materno o después de un parto difícil. Esto se llama tortícolis del lactante o tortícolis muscular congénita.
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