El secreto del pueblo donde la gente no padece cáncer ni dia

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Jul 01, 2020   Lifestyle

A día de hoy el cáncer es, sin duda, una de nuestras mayores preocupaciones. La ciencia y la medicina intentan desentrañar sus mecanismos, y no solo para frenar su aparición, sino para ofrecer también a los pacientes unos tratamientos más eficaces.

Si te dijéramos que existe una población o, mejor dicho, un tipo muy específico de personas para las cuales la palabra cáncer no supone miedo alguno, seguro que no acabarías de creerlo. No obstante, así es.

El pueblo donde no conocen la palabra cáncer

Para comprender un poco más esta fantástica particularidad es necesario que te hablemos, a su vez, de una condición genética: el síndrome de Laron. El síndrome de Laron es una enfermedad rara hereditaria que produce una deficiencia en el crecimiento. Además, esta particularidad genética ofrece inmunidad al cáncer y a la diabetes.

El síndrome de Laron: 350 personas en todo el mundo

El síndrome de Laron fue descrito por primera vez en la década de los 50. Fue Zvi Laron, un médico israelí, que se interesó por este síndrome al ver que parte de sus pacientes en un pequeño pueblo de su país de origen presentaba una estatura muy baja.

»Yo soy lo que soy - I am who I am«

Su condición física iba de la mano además de una estupenda salud general: podían comer todo aquello que deseaban sin riesgo a desarrollar diabetes y, aún más, ninguna de aquellas personas ni sus antepasados habían padecido cáncer.

Tras más de 30 años de investigaciones, en 2001 publicó todas sus conclusiones tras averiguar los mecanismos de este curioso síndrome. Estas serían, a grandes rasgos, las principales características:

  • El síndrome de Laron afecta a 350 personas en todo el mundo. No obstante, una buena parte de ellos están en el Valle de Vilcabamba, en Loja, Ecuador. El resto se hallan en Israel y en algunos países del Mediterráneo.
  • Las personas con esta condición genética tienen unas proporciones corporales menudas: no alcanzan más del metro de altura.
  • Además de su tamaño pequeño, también poseen ciertas características fisionómicas muy particulares.
  • El origen de este síndrome se halla en un problema asociado a la hormona del crecimiento. A pesar de que esta hormona, la GH, se produce con normalidad, no media en todo el metabolismo corporal debido al fallo en otra hormona, la IGF-1, muy relacionada con la insulina.
  • Este síndrome solo puede transmitirse tanto si el padre y la madre portan el gen de la enfermedad.

Síndrome de Laron: ni diabetes ni cáncer

Las personas con esta condición genética llevan una vida completamente normal. Aparte de su menudo tamaño, no se les conoce ninguna dolencia ni problema orgánico.

Tanto es así que aquello que más sorprende a los médicos es que, a pesar de que muchos de ellos lleven una dieta incorrecta, rica en grasas, frituras y azúcares, nunca han desarrollado diabetes ni menos aún cáncer.

Nunca, desde que se descubrió el síndrome de Laron, ha existido una persona diagnosticada con alguna de estas enfermedades. Las causas podrían ser las siguientes:

  • La clave de todo ello está en el hígado y en esa hormona que frena la liberación de otra hormona, la del crecimiento.
  • La IGF-1 es imprescindible no solo para que los niños crezcan, sino que una vez llegamos a la madurez, es la que sigue propiciando la división celular.
  • Por si fuera poco, los individuos con síndrome de Laron son  más sensibles a la insulina, lo cual les permite frenar la aparición de la diabetes y cualquier otro problema metabólico.
  • Llegada la edad adulta, este déficit productivo en la hormona IGF actúa como un excelente protector frente a dos de las enfermedades más comunes de nuestra sociedad: el cáncer y la diabetes.

Un reto para la ciencia, y una esperanza para los larones

A las personas aquejadas por el síndrome de Laron los llaman larones. A pesar de que nunca desarrollarán cáncer ni diabetes sus vidas no son precisamente el reflejo de la felicidad. A día de hoy la ciencia intenta desentrañar el mecanismo de esta hormona para poder imitarla y crear una medicación revolucionaria que permita disminuir la incidencia del cáncer.

A su vez, también existe ya una esperanza para los larones. Cuando un niño es diagnosticado con este síndrome tiene la posibilidad de recibir la hormona IGF-1 sintética. El problema radica en su coste: unos 20.000 dólares al año. Algo que pocas personas pueden llegar a pagar. Esperemos que, en poco tiempo, exista esperanza para ellos y, a su vez, una solución de cara a la erradicación del cáncer.