Fiebre amarilla

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Jun 30, 2020   Salud

La fiebre amarilla es una enfermedad viral aguda e infecciosa que se produce por el virus perteneciente a la familia de los Flaviviridae del género Flavivirus amaril. El adjetivo“amarillo” hace referencia a los signos de ictericia que se manifiestan en algunos pacientes.

En la actualidad se puede prevenir de manera efectiva mediante la vacunación. Sin embargo, continúa representando un problema de salud pública, ya que ocasiona alrededor de treinta mil muertes al año.

Causas

En la actualidad, la fiebre amarilla presenta una incidencia notable en zonas tales como: África, Suramérica y el Caribe. La mayoría de los brotes ocurren en personas que trabajan en las selvas tropicales lluviosas, por lo que se considera que es una enfermedad ocupacional. 

La fiebre amarilla se transmite por la picadura de mosquitos hembra, principalmente del género Aedes o Haemagogus, los cuales abundan en zonas húmedas, alrededor del agua estancada.

Se conocen dos ciclos principales de transmisión: el selvático y el urbano. Además, en África también se distingue un ciclo intermedio

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1. Fiebre amarilla selvática

Las picaduras de mosquito

Este tipo se transmite de mono a mono, teniendo como vector al mosquito Aedes africanus, que habita en el África central. También ocurre en Suramérica, pero por la picadura de mosquitos Haemagogus. Esta forma de transmisión es poco común en humanos, puesto que solo ocurre cuando, por alguna razón, estos se adentran en la selva.

2. Fiebre amarilla urbana

Este es el tipo más común y se transmite de persona a persona, a través de la picadura del mosquito Aedes aegypti, que abunda en zonas húmedas alrededor de reservorios de aguas estancadas y que solo pica durante el día.

3. Ciclo de transmisión intermedio

Este ciclo de transmisión ocurre cuando el virus de la fiebre amarilla se transmite del mono al hombre y de hombre a hombre por la picadura de mosquitos Aedes simpsoni y Aedes bromeliae. Son comunes en las zonas húmedas de la sabana de África Central y del Oeste durante la temporada de lluvias.

Síntomas

El periodo de incubación de la fiebre amarilla dura entre 3 y 6 días hasta que los síntomas se manifiestan. Su nombre hace referencia a dos de sus síntomas principales: la fiebre y la ictericia (coloración amarillenta en la piel). En función de su desarrollo, podemos decir que la infección atraviesa por tres etapas:

Etapa 1

dolor de cabeza nocturno

La mayoría de los pacientes infectados se quedan en la etapa uno de la fiebre amarilla y, dado que los síntomas son similares a los de un síndrome gripal, muchos lo pasan por alto. Esta fase dura de 3 a 4 días y puede incluir:

  • Dolores musculares y articulares.
  • Dolor de cabeza.
  • Fiebre y sofocos.
  • Inapetencia.
  • Vómitos.
  • Ictericia.

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Etapa 2

Por lo general los pacientes se recuperan al llegar a esta etapa. Sin embargo, algunos casos pueden empeorar en un periodo de 24 horas.

Etapa 3

fiebre y dolor de cabeza

La mitad de los pacientes que llegan a esta fase fallecen en un plazo de 7 a 10 días. Si la infección consigue avanzar a un nivel de gravedad superior, se presenta lo que se conoce como fiebre hemorrágica, comprometiendo la salud del corazón, el hígado y el riñón. Los síntomas incluyen: ictericia, fiebres alta, convulsiones, vómitos (de sangre coagulada), hemorragias internas, coma y delirio.

Diagnóstico

El diagnóstico de la fiebre amarilla suele dificultarse, sobre todo en las fases tempranas, por la similitud de sus síntomas con los cuadros gripales. Los casos más graves, a menudo, también se confunden con paludismo grave, hepatitis víricas y otras infecciones por flavivirus (como el dengue hemorrágico).

Es por esta razón que, inicialmente, el profesional en salud iniciará con algunos datos clínicos, interrogando al paciente sobre posibles viajes a zonas endémicas de la enfermedad, y si ha recibido la vacuna contra la fiebre amarilla.

El médico también sugerirá pruebas de sangre seleccionadas, las cuales servirán para detectar el virus y determinar si hay complicaciones a nivel hepático y renal. Las pruebas incluyen una hematología completa, en la cual se puede observar una disminución de los glóbulos blancos (leucopenia) y un aumento del hematocrito por deshidratación, indicando la presencia de la fiebre amarilla.

Tratamiento

La vacunación es la mejor medida de prevención contra la meningitis

En la actualidad no existe un tratamiento antivírico específico para curar la fiebre amarilla. Es por esto que, inicialmente, la medida más efectiva es su prevención a través de la vacunación.

Las personas no vacunadas que contraen la enfermedad solo pueden recibir un tratamiento sintomático, el cual tiene como objetivo reducir la severidad de los síntomas. Se recomienda el uso de antipiréticos para reducir la fiebre y de analgésicos para calmar el dolor. No se debe recurrir a aspirinas debido al riesgo de sangrado.

Por otro lado, es primordial que el paciente tome abundante líquido para evitar la deshidratación. Si se producen infecciones bacterianas asociadas, el médico sugerirá antibióticos para tratarlas. En caso que la enfermedad llegue a su etapa más avanzada, el tratamiento incluye:

  • Hemoderivados para el sangrado grave.
  • Diálisis para la insuficiencia renal.
  • Líquidos por vía intravenosa (líquidos intravenosos).

Si está pensando en viajar a zonas endémicas de la enfermedad, o si vive o trabaja en alguna de ellas, es fundamental consultar al médico y solicitar una vacuna contra la fiebre amarilla.